Mediados de agosto de 2020. En la televisión se repiten en bucle las imágenes de las manifestaciones. “Pronto se acabará”, dice Stas L., sin siquiera echar un vistazo a la pantalla. De espaldas a las noticias, sentado en un bar de Bragin, en el sur de Bielorrusia, él y sus amigos, todos treintañeros, charlan en torno a una botella de vodka. Hace cinco días que una oleada de protestas de una magnitud inédita barre el país. Los acontecimientos venideros no le darán la razón: las protestas perduran aún a mediados de septiembre, principalmente los fines de semana, en las manifestaciones que reúnen todavía a centenares de miles de personas en Minsk y en otras ciudades grandes del país.
La reelección de Alexander Lukashenko el 9 de agosto de 2020 y las protestas que la siguieron han situado a Bielorrusia en el centro de la atención mediática internacional. El presidente comienza su (...)