La trigésimotercera reunión de la Conferencia General de la Unesco de este mes de octubre de 2005, debe someter a la aprobación de los Estados miembros el anteproyecto de Convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales. El objetivo es otorgar fuerza de ley a la Declaración Universal sobre diversidad cultural, adoptada por unanimidad tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Elevando la diversidad al rango de “patrimonio común de la humanidad”, esta declaración oponía a los “encierros fundamentalistas la perspectiva de un mundo más abierto, más creativo y más democrático”. El paradigma ético de la “diversidad en diálogo” se ubicaba en las antípodas de la tesis de Samuel Huntington sobre lo ineluctable del choque de culturas y civilizaciones.
Si bien en el nivel de los grandes principios todos los Estados sin excepción alabaron en 2001 la pluralidad de las alteridades como instrumento capaz (...)