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Políticas sociales en Estados Unidos

El arte de ignorar a los pobres

Cada catástrofe “natural” revela, si hace falta, la extrema fragilidad de las clases populares cuya vida al igual que su supervivencia se encuentran devaluadas. Peor, la compasión por los pobres, anunciada puntualmente, esconde mal el que en todas las épocas los pensadores han buscado justificar la miseria –culpabilizando a las víctimas de sus necesidades– y a rechazar toda política seria para erradicarla.

por John Kenneth Galbraith, octubre de 2005

Quisiera reflexionar acerca de uno de los ejercicios humanos más antiguos: el proceso por el cual, al correr de los años, e incluso de los siglos, hemos intentado eliminar a los pobres de nuestra conciencia. Desde siempre, pobres y ricos han vivido unos al lado de los otros, siempre incómodos, a veces peligrosamente. Plutarco afirmaba que “el desequilibrio entre los ricos y los pobres es la más antigua y la más fatal de las enfermedades de las Repúblicas”. Los problemas resultantes de esa permanente coexistencia entre opulencia y pobreza, y particularmente el de la justificación de la buena fortuna de algunos frente a la mala fortuna de otros, han sido una preocupación intelectual de todos los tiempos. Y siguen siéndolo en nuestra época.

Empecemos por la solución que propone la Biblia: los pobres sufren en este mundo, pero serán magníficamente recompensados en el otro. La pobreza es un contratiempo pasajero; si (...)

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P.-S.

Este texto fue publicado por primera vez en Harper’s Magazine, noviembre de 1985.

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