A mediados de septiembre de 2013, los partidarios del presidente François Bozizé, derrocado por un golpe de Estado el 24 de marzo, lanzaron una ofensiva militar en Bossangoa, en el noroeste de la República Centroafricana (RCA). Afirmaban su intención de retomar el control del país caído en manos de la Seleka, una coalición de movimientos rebeldes provenientes del norte.
Alrededor de cien personas habrían muerto en el ataque. Desde marzo, los combates han causado centenares de víctimas y provocado una grave crisis humanitaria que afecta a más de un millón de habitantes obligados a escapar de la violencia, en medio de una indiferencia casi total de la “comunidad internacional”. País pobre –puesto 180 en la clasificación 2013 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo–, la RCA carece de recursos estratégicos. Pero lo que se perfila actualmente es el desmoronamiento del Estado, con la consiguiente aparición de un vasto territorio de (...)