En las editoriales, la constatación es unánime: los libros sobre Europa tienen mala venta. Este fenómeno no es de hoy, pero sus causas ciertamente han evolucionado con el correr de los años. Durante décadas, la construcción europea era vista como un dispositivo lejano que la masa de ciudadanos –cuando era consciente de su existencia– miraba desde afuera. El tema solo le interesaba realmente a los dirigentes políticos y administrativos, a los empresarios y a algunos profesores e investigadores universitarios cuyos trabajos –dado que permanecían en los límites de la ortodoxia– eran generosamente subvencionados por la Comisión Europea. El único sector de actividad cuyos miembros estaban en su mayoría familiarizados con las instituciones de Bruselas era el de la agricultura en razón de la implementación, en los años 1960, de una Política Agrícola Común (PAC).
Fue solamente a partir del Tratado de Maastricht (1992) cuando la opinión pública empezó a tomar consciencia (...)