“¿Podría mencionar alguna multinacional brasileña? –preguntaba en 2000 The Economist–. ¿Difícil, no? Mucho más que nombrar a un belga famoso”. ¿El semanario británico se estaba haciendo el gracioso, o simplemente no sospechaba que los grandes grupos brasileños bailarían rápida y espectacularmente al son del gran capital? Como Odebrecht, que actualmente es a Brasil lo que Tata es a la India o Samsung a Corea del Sur. En São Paulo, Río de Janeiro, Buenos Aires o Asunción es difícil pasar un día sin utilizar la electricidad que genera, las carreteras que construye o los plásticos que produce.
En efecto, descrita a menudo como una empresa de construcción e ingeniería, Odebrecht se ha diversificado desde hace mucho tiempo para convertirse en el grupo industrial más grande de Brasil. Energía (gas, petróleo, centrales nucleares), agua, agroindustria, sector inmobiliario, defensa, transporte, finanzas, seguros, servicios ambientales o incluso petroquímica: la lista de sus actividades resulta de (...)