Las nuevas armas de guerra farmacológicas tienen dos caras. Por un lado, el Dr. Wouter Basson, un personaje siniestro que trabajó con el régimen del “apartheid” sudafricano en el desarrollo de armas químicas y biológicas destinadas a ejecuciones extrajudiciales, cuyo objetivo último era la puesta a punto de armas de “purificación étnica”.
Por otro, Gobiernos seducidos por la noción de armas “no letales”, que provocan un estado de shock temporal, pero no matan. Estas técnicas están en pleno desarrollo, a pesar de las advertencias de que pueden conducir a una letalidad creciente de las armas convencionales, ya que las personas afectadas por las primeras se volverían más vulnerables a las segundas.
En su informe sobre el desarrollo y el despliegue de armas no letales, la Agencia para la Investigación y Tecnología de la OTAN menciona al representante de Alemania, que solicita una revisión de las leyes para autorizar el uso de productos (...)