A primera vista, el contraste es absoluto. En Alemania, las dos principales formaciones políticas, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Social Demócrata (SPD), acaban de repartirse los ministerios tras haberse enfrentado (cordialmente) ante el electorado. En Francia, derecha e izquierda se agravian hasta el punto de hacer creer que se oponen en casi todo: la fiscalidad, la protección social, la política de inmigración.
Sin embargo, mientras se va precisando la perspectiva de uno de esos partidos-revancha para el Elíseo –cuya puesta en escena ya está siendo preparada por los medios de comunicación–, Nicolas Sarkozy y François Hollande podrían inspirarse en la franqueza de Angela Merkel y Sigmar Gabriel. Y juntos formar un Gobierno que, salvo algunos detalles, mantendría las orientaciones generales adoptadas en los últimos treinta años.
En 2006, en un libro titulado Devoirs de vérité (“Deberes de verdad”), Hollande admitió la convergencia entre los socialistas y la derecha liberal (...)