A principios de diciembre de 2012, se lamentaba en Bamako Cheaka Aboudou Touré, el representante especial de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) en Malí: “¿Qué otro país conoce semejante concentración de crisis?”. Crisis política: todas las instituciones están en peligro desde el golpe de Estado de marzo de 2012, que produjo el derrocamiento del presidente Amadou Toumani Touré (ATT). Crisis de seguridad: un ejército desmoralizado, subequipado, cuyos generales ya no usan uniforme. Crisis territorial: un país cortado en dos, con un Norte controlado por movimientos islamistas (en particular Al-Qaeda en el Magreb Islámico, AQMI) que unieron sus fuerzas a la rebelión tuareg, en un trasfondo de criminalidad de fronteras. Crisis humanitaria, por último, con ochocientos mil refugiados y desplazados. Y, sin embargo, concluía el diplomático togolés, el país vive, la población tiene energía, los hospitales funcionan: “¡Sólo faltan dirigentes a su altura!”.
El representante de la Cedeao (...)