A finales de noviembre, Romano Prodi, representante especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el Sahel, declaró que una acción militar en el norte de Malí no será posible “antes de septiembre de 2013” (Liberté, 21 de noviembre de 2012). Esta noticia fue bien recibida en Argel. Incluso apareció como la victoria de una solución política, defendida por el Gobierno, frente a la opción guerrera preconizada especialmente por Francia. Llegaba además algunos días después de las declaraciones del general Carter Ham, jefe del comando militar estadounidense para África, según las cuales un acercamiento “únicamente militar” en la región se vería destinado al fracaso (Le Monde, 16 de noviembre de 2012).
Para Argel, este plazo de diez meses es excesivo si “sólo” se trata de recuperar las ciudades del norte de Malí caídas en manos de los rebeldes tuaregs islamistas y de grupos yihadistas. Esto da tiempo a Argelia para (...)