Para entrar en la escuela primaria de Rauma, sobre la costa del golfo de Botnia, en Finlandia, no hay que franquear ningún pórtico o cerca. Simplemente se pasa por delante de un gran patio con estacionamiento para bicicletas y juegos. Desde el gimnasio hasta la sala de música, todo parece haber sido pensado para recibir a chicos. En cuarenta y cinco minutos de clase, la profesora de inglés encadena cinco actividades diferentes. Capta la atención de todos desde los primeros segundos, gracias a una pelota que circula al mismo tiempo que la palabra. Un dispositivo que no es desconocido en las aulas de otros países, pero que, con un promedio de 12,4 alumnos por cada docente finlandés –es decir, una de los mejores ratios alumno/profesor para la escolaridad primaria de Europa–, aquí parece resultar especialmente eficaz.
A mediados de agosto, cuando aún no habían terminado las cosechas, Fanny Soleilhavoup y Moisy (...)