Cuando en 1998 los escoceses Sam y Dan Houser fundan Rockstar Games, una filial de Take-Two Interactive, los videojuegos todavía son vistos, en general, como un pasatiempo para adolescentes sin demasiado interés. A medida que el mercado se amplía a una clientela adulta, Rockstar desarrolla títulos que llaman la atención por su originalidad y carácter provocador. En los diversos juegos de Grand Theft Auto (GTA), el jugador encarna a un delincuente en un universo urbano abierto, lo que genera numerosas polémicas. Acusada de incitar a la juventud al crimen y la violencia, la empresa de los hermanos Houser pronto disfruta de una reputación gamberra... inteligentemente cuidada.
Los dos hombres de negocios comprenden que, para seducir a una clientela que se les parece, no bastan sencillos medios de evasión. Sus juegos están concebidos como verdaderas obras, que requieren de grandes inversiones (265 millones de dólares en el caso de GTA V, es (...)