El reciente caso del brillantísimo investigador Juan Carlos Izpisúa, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, abocado a dimitir y a emigrar ante la falta de apoyos financieros; o el de la joven Nuria Martí, única embrióloga española que participa en la obtención de células madre humanas por clonación, despedida en 2012 del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, que tuvo también que emigrar a Estados Unidos, han traído a la portada de los grandes medios de comunicación la cuestión de la “fuga de jóvenes cerebros”.
Conviene recordar que la tasa media de paro juvenil en España es superior al 50%, y que los recortes en las subvenciones estatales a la investigación y el desarrollo (I+D) superan los 340 millones de euros. Dos datos que ayudan a explicar por qué muchos jóvenes con talento eligen marcharse al extranjero. Y por qué este fenómeno, sobre todo en los dos últimos (...)