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Fukushima

La catástrofe como oportunidad

“Si un accidente ocasionara la fusión nuclear y se produjera en Tokaimura o en Fukushima, los daños que la sociedad japonesa debería soportar serían extremadamente graves”, escribía en 1993 el novelista Ikezawa Natsuki en Un final feliz. En este texto inédito, saca las lecciones de la catástrofe.

por Ikezawa Natsuki, abril de 2012

El 11 de marzo de 2011, a las 14:46 hs, Japón sufrió un terremoto que estremeció esencialmente la región del noroeste, Tohoku. Es difícil transmitir lo aterradora que es esta experiencia a aquellos que nunca la han atravesado: casas sacudidas donde todos los muebles se giran, negocios donde los productos se desparraman por el suelo, carreteras que se ondulan, edificios que se derrumban, vías de ferrocarril que se tuercen, puentes que se desmoronan...

En Francia, por ejemplo, la tierra constituye un zócalo sólido sobre el cual se asientan todos los seres vivos. La inmovilidad es la definición misma del suelo. Pero en el mundo hay lugares donde, a veces, el suelo se agita. Y Japón es uno de ellos.

En la vida cotidiana, cuando de pronto sentimos una sacudida, interrumpimos nuestro trabajo, suspendemos un instante nuestra conversación, nos concentramos en nuestras sensaciones y tratamos de evaluar la envergadura del sismo. La (...)

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P.-S.

Sapporo, diciembre de 2011.

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