Pasan los días y el calvario de la población gazatí no acaba, a pesar de que siguen las negociaciones en Doha (Qatar) para llegar a un alto el fuego. Frente a la metódica devastación del enclave y las matanzas cotidianas —el balance en vidas humanas se acerca a los 50.000 muertos, según las cifras ofrecidas por las autoridades de Gaza—, numerosas organizaciones internacionales ya no dudan en usar la palabra —muy connotada simbólicamente— de “genocidio” para calificar los actos de guerra de Israel (léase el artículo de Philippe Descamps “Aprendiendo de Srebrenica”).
En un comunicado en el que presenta su más reciente informe al respecto, Human Rights Watch (HRW) señala que “las autoridades israelíes han creado, deliberadamente, unas condiciones de vida destinadas a causar la destrucción de parte de la población de Gaza, privando intencionadamente a los civiles palestinos del enclave de un acceso adecuado al agua, lo cual (...)
