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Un golpe de Estado al uso del intervencionismo estadounidense

¿Ha olvidado Guatemala a Jacobo Árbenz?

Para los revolucionarios latinoamericanos, el golpe de Estado que derrocó al presidente guatemalteco Jacobo Árbenz en junio de 1954 ilustra la negativa de Washington a tolerar incluso las más modestas reformas en su “patio trasero”. Ernesto “Che” Guevara, que estuvo presente el día del golpe militar, recordará este momento durante la revolución cubana… Pero, ¿qué fue de los ciudadanos de un país cuya historia cambió de rumbo radicalmente?

por Mikaël Faujour, junio de 2014

Atrapado entre dos abscesos de miseria, se encuentra el cementerio general de la capital de Guatemala. En medio de un mosaico de lápidas color pastel –azul, amarillo, verde–, imponentes sepulturas protegen los restos de numerosos oligarcas y dictadores. El lugar ofrece también su última morada a un hombre asociado a la esperanza de una ruptura en la historia sangrienta de este pequeño país de América Central: Jacobo Árbenz Guzmán, segundo presidente de una “primavera guatemalteca” que, durante diez años, se esforzó por dar la vuelta a la página de la pobreza y el feudalismo. Un descanso eterno, sin embargo, bien custodiado: a unos veinte metros, una placa conmemorativa saluda al “mártir anticomunista” Carlos Castillo Armas, quien, el 27 de junio de 1954, encabezó el golpe de Estado que derrocó a Árbenz, obligándolo a exiliarse.

Tuvieron que pasar veinticuatro años después de su muerte para que se repatriaran las cenizas del ex (...)

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