Un proverbio italiano afirma: “Traduttore, tradittore” (traductor, traidor). Y esa fórmula se puede aplicar a quien tradujo en francés como “discriminación positiva” las expresiones estadounidenses affirmative action o positive action, que en aquel país designan las políticas contra las desigualdades que afectan a las mujeres y a las minorías visibles (ver el artículo de John D. Skrentny, “La ’affirmative action’ norteamericana en declive”). Independientemente de lo que se piense sobre el fondo de la cuestión, es posible imaginar, en función de la forma, lo que costará movilizar al movimiento democrático en favor... ¡de una discriminación!
Fue el 20 de noviembre de 2003, durante la emisión del programa televisivo 100 minutes pour convaincre (Convencer en 100 minutos), donde fue a menudo el invitado de honor, donde Nicolas Sarkozy –luego de haber admitido que (ya) pensaba en la presidencia de la República (y no sólo cuando se afeitaba por la mañana)– (...)