El manual escolar, en la forma en la que lo conocemos actualmente, apareció a comienzos del siglo XIX, cuando los Estados europeos se dedicaron a difundir la instrucción a través de la escuela. Hasta ese momento, los libros utilizados para estudiar no habían sido pensados con tal fin, y los ciudadanos no se formaban en las aulas escolares, sino en las iglesias. Catecismos, libros religiosos y todas las compilaciones disponibles sin coste extra sirvieron para que los alumnos más o menos jóvenes tuvieran un medio para acceder a los misterios de la lectura y la escritura.
Un manual es algo explícitamente pensado para uso escolar, es decir, para ser utilizado en clase, con la ayuda directa o indirecta del maestro. Esa característica obliga al autor a tener en cuenta el carácter progresivo del aprendizaje, y las diferencias de edad y de capacidad mental de los alumnos. Al contrario, el libro de (...)