Del Philosophie Magazine a los cafés-filo, ya hace algún tiempo que la filosofía abandona su torre de marfil para devolver sentido a la empresa de vivir. En primer lugar requerida en el ámbito raramente comprometedor de la moral, hoy lo es también en el campo político. Signo de los tiempos: se intenta abrir brechas en la melancólica impotencia ante el famoso dúo ley de mercado – fin de las ideologías.
Por lo tanto, nada tiene de asombroso el regreso de la cuestión del compromiso, que corrobora la renovada curiosidad por Jean-Paul Sartre o Albert Camus. En cambio, más allá de la seducción que ejerce el vigor panfletario del breve De quoi Sarkozy est-il le nom? [¿Qué representa el nombre de Sarkozy?], era poco previsible la repercusión de las obras recientes de Alain Badiou: no porque allí exprese una crítica al capitalismo –ya no es una anomalía en nuestros perturbados tiempos-, sino (...)