Una mañana de finales de septiembre de 2010, Felipe cerró su maleta y abandonó Lisboa, con destino a Río de Janeiro. Sólo pasaje de ida para este joven de 31 años nacido en Brasil, pero con doble nacionalidad. Seis años atrás había intentado la aventura en la vieja Europa, alentado porque su abuela y uno de sus hermanos vivían en Portugal. Entonces creía tener todo lo necesario; juventud, dinamismo y un oficio: monitor de natación. En Portugal también encontró a su compañera.
Entonces, ¿por qué tirar ahora la toalla? ¿Por qué volver al país con semejante sentimiento de fracaso y amargura? Las razones se resumen en una expresión: los “recibos verdes”. Un sistema de remuneración muy particular, inaugurado en 1978 por el Gobierno socialista de Mario Soares. En su origen estaba reservado a las profesiones independientes y liberales: médicos, abogados, asesores, artesanos. Esos recibos, en realidad de color azul, permitían que (...)