Tres años después de su accesión a la Presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy bate todos los récords de impopularidad. Este fuerte deterioro político amplía el fracaso de su partido, la UMP (Unión por un Movimiento Popular), en las elecciones regionales del pasado mes de marzo. Para tratar de corregir esta situación, y ante la perspectiva de las elecciones presidenciales de mayo de 2012, el Presidente ha emprendido la “estrategia de la tensión” para tratar de recuperar los votos del Frente Nacional (extrema derecha) que se habían volcado sobre su candidatura en 2007 pero que luego le dieron la espalda. ¿De qué modo? Enarbolando cínicamente los temas de la inseguridad y la inmigración queriendo hacer olvidar la grave crisis social y moral que Francia atraviesa.
Esta situación se explica por la conjunción de factores de diferente naturaleza: los unos comunes a casi todos los Gobiernos europeos (instrumentación de la crisis financiera para (...)