Durante la guerra se habló mucho de los muyahidin extranjeros que fueron a pelear a Bosnia-Herzegovina. Hasta finales de la década de 1990, éstos pudieron conservar algunos minúsculos “emiratos” en zonas aisladas del país. Los atentados del 11-S prácticamente marcaron el fin de ese fenómeno, a pesar de que algunas organizaciones extremistas siguen activas, y de que algunos militantes islamistas de origen extranjero siguen viviendo en Bosnia.
Pero el principal problema que deben resolver las autoridades de Sarajevo, es el de los voluntarios extranjeros recompensados con la nacionalidad bosnia por sus “buenos servicios” durante la guerra. Algunos islamistas naturalizados por esa vía terminaron detenidos en el penal militar estadounidense de Guantánamo. Eso ha generado fuertes presiones internacionales que cuestionaban esas naturalizaciones. Sin embargo, el “injerto” islamista no prendió profundamente en la sociedad, aunque la práctica religiosa parece ser un poco más intensa que antes de la guerra.
De manera más general, la (...)