En el barrio de Weigongcun, en la ancha acera que une Renmin Daxue –la Universidad del Pueblo, una de las más antiguas de Pekín– con la estación de metro que lleva el mismo nombre, la municipalidad hizo instalar una terminal electrónica, con pantalla táctil y sistema interactivo, que permite orientarse en la ciudad. A ambos lados de esta terminal, carteles rojos donde se suceden textos del Partido Comunista Chino (PCCh), la hoz y el martillo bien visibles, con fotos de trabajadores destacados y dirigentes modelos. ¿El non plus ultra de la tecnología para orientarse en la política comunista? Difícilmente las cohortes de estudiantes, a menudo a la vanguardia de la moda –este mes de junio, short sexy o minifalda para las chicas, camisa ajustada o camiseta con inscripciones en inglés para los muchachos–, capten el mensaje. Así está China, donde la modernidad más desenfrenada convive con los métodos más arcaicos.
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