Quienes se consternan ante la falta de atención que recibe su causa o su actividad, a menudo ven cómo se les opone la misma explicación: “Ya no tenemos tiempo”. Ya no tenemos tiempo de sumirnos en un libro “demasiado largo”, de vagar por una calle o por un museo, o de ver una película de más de noventa minutos. Ni el de leer un artículo que aborde un tema que no sea familiar. Ni de militar ni de hacer lo que sea sin que a uno le interrumpan inmediatamente, en cualquier lugar, por una llamada que requiera urgentemente que su atención se centre en otro sitio.
Por una parte, esta falta de tiempo deriva de la aparición de tecnologías que nos han permitido… ganar tiempo: la velocidad de los desplazamientos ha aumentado, asimismo la de las investigaciones y la de la transmisión de información y de correspondencia, a menudo a un (...)