“Un favor siempre se obtiene a cambio de otro favor”, reconoce Joanna Figueroa. Esta habitante de Viñedo, un barrio popular de la ciudad costera de Barcelona, en el este de Venezuela, prometió militar por la reelección de Hugo Chávez desde el momento en que el Estado le proveyó un techo en el marco de la “Gran misión vivienda”, un ambicioso programa de viviendas sociales. Ella misma construyó su casa, junto con un “equipo de trabajadores” compuesto por un albañil, un plomero y un electricista asignados por el consejo comunal. Su trabajo consistía en mezclar el cemento. “Amor con amor se paga”, profesa, retomando la divisa vigente entre los adeptos de Chávez. El éxito de este eslogan, que se oye un poco en todo el país, da muestras del vínculo emocional que aún existe entre muchos venezolanos y su presidente.
El escrutinio del 7 de octubre próximo cristaliza intereses considerables. Aunque al (...)