En enero de 2011, la caída de la dictadura tunecina abrió el ciclo de las sublevaciones populares que se iban a extender por el mundo árabe. Pero el precursor histórico de este movimiento también se localizó en el Magreb, en Argelia, donde las inmensas revueltas de octubre de 1988 hicieron surgir la promesa de una apertura democrática antes de desembocar en una sangrienta guerra civil.
Para algunos observadores externos, Marruecos, Argelia y Túnez parecen muy diferentes en términos de régimen, de economía y de política exterior.
Su punto en común radica en el hecho de que el Magreb representa una entidad muy diferenciada en el mundo arabomusulmán tanto en el plano cultural como social y geopolítico. Con la noción de cultura no se trata de designar un abanico rígido de valores y de comportamientos. Efectivamente existen similitudes superficiales, ya sea a través de las variantes locales de la lengua árabe o de (...)