Muchos países ya sufren las repercusiones del cambio climático, con lluvias irregulares e impredecibles y aumentos de las tormentas y las sequías prolongadas. El cambio de las condiciones meteorológicas también favorece la aparición de plagas y enfermedades que afectan a cultivos y animales. Son muchos los problemas que afrontar. Para hacerlo, la adaptación al cambio climático del sector agrícola y de los sistemas alimentarios debe considerar las vulnerabilidades, riesgos, dotaciones de recursos naturales y contextos socioeconómicos específicos de cada zona geográfica.
Las comunidades rurales que viven en entornos frágiles como costas, zonas áridas o montañosas, se enfrentan al riesgo de pérdida continuada de cosechas y de productos de ganado, pesca y forestales, y una reducción de la disponibilidad de los recursos naturales. En concreto, los grupos vulnerables como las mujeres o las poblaciones indígenas enfrentan peores situaciones.
Los países necesitan conocimientos sólidos sobre la vulnerabilidad de sus sistemas alimentarios, ecosistemas, sociedades y (...)