El primer objetivo de la intervención militar rusa iniciada en septiembre de 2015 se alcanzó de forma fácil y rápida: se trataba de impedir una derrota militar del régimen sirio, que entonces perdía terreno desde hacía varios meses. La implicación de las Fuerzas Aéreas rusas también imposibilitó la creación de una zona de exclusión aérea en Siria. Ya en 2013, la diplomacia rusa complicó una posible intervención occidental contra el régimen del presidente Bachar el Asad, obteniendo de éste una renuncia efectiva con respecto a la utilización de armas químicas.
Los objetivos, destacados por Vladímir Putin en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) del 28 de septiembre de 2015, eran mucho más ambiciosos. Fueron formulados como un desafío a Estados Unidos y a sus aliados occidentales y apuntaban a ponerlos a la defensiva. Pero el momento elegido fue decisivo: era la época más intensa de la afluencia (...)