Desde el siglo XIX, el Líbano no deja de enfrentarse al intervencionismo de grandes potencias que le otorgan un trágico estatus de “zona tapón” con una soberanía formal. En 1833, el país fue ocupado por las tropas de Ibrahim Pacha, hijo del poderoso Mohammed Alí (o Mehmet Alí), vicerrey de Egipto, adversario declarado del sultán otomano después de haber sido su vasallo. No obstante, los británicos no lo aceptaron y acabaron obligando a Francia, de la cual el soberano egipcio era a la vez admirador y aliado, a presionarle para que su hijo retirara sus tropas de la montaña libanesa en 1840. El concierto de las cinco potencias coloniales (Francia, Italia, Prusia, Austria, Inglaterra) consideró entonces que las ambiciones de Mohammed Alí de derrocar la monarquía otomana y de reemplazarla no eran aceptables.
En este contexto de luchas de influencias entre grandes potencias europeas con respecto al futuro del Imperio otomano (...)