Al término de los cuatro comicios legislativos celebrados en Israel desde abril de 2019, algo se ha hecho evidente: la influencia del Partido Laborista se ha desplomado, en beneficio de las alianzas entre nacionalistas y religiosos. Parece pues que ha fracasado la utopía del sionismo de izquierdas, es decir, la creación de un Estado para los judíos asentado en unas bases socialistas. Hoy mermada, esta izquierda fue clave en la historia de Israel: impulsora de su creación en 1948, mayoritaria en la Knéset (el Parlamento de Israel) durante las tres primeras décadas de existencia del Estado, al mando de 1992 a 1996 y posteriormente también de 1999 a 2000. Pero, en las últimas elecciones, esta izquierda ha sido incapaz de recuperar protagonismo político, llegando a alcanzar los peores resultados de su historia: siete escaños sobre ciento veinte en marzo de 2020, y tan solo trece este año.
Para explicar este declive, (...)