La ciudad de Cajamarca, en el norte de Perú, se enorgullece de encarnar el “encuentro de dos mundos”: el de los conquistadores españoles y el de Atahualpa, el último soberano inca, que tuvo lugar en 1532. En aquel momento, el encuentro no resultó amistoso. Aprovechando la guerra fratricida que libraban Atahualpa y su hermanastro Huáscar, los compañeros de armas de Francisco Pizarro lo capturaron y más tarde ejecutaron, antes de establecer su dominio sobre los territorios que conforman los actuales Perú y Ecuador. Este acontecimiento marcó el comienzo de una era de expolio que no se vio interrumpida con los procesos de independencia del siglo XIX. Desde entonces, al igual que en el resto de América Latina, los Andes sufren. Sus riquezas se desvanecen; sin embargo, las heridas permanecen.
Cinco siglos después, durante las elecciones presidenciales peruanas, la región de Cajamarca se ha convertido en uno de los lugares destacados de (...)