La democracia está en crisis. Lo acaba de ilustrar la distancia que separa el programa de Salónica, base del triunfo de Syriza en las elecciones legislativas griegas del pasado enero, de la catarata de concesiones que ha impuesto Bruselas después al Gobierno surgido de esas elecciones. “Es la lógica del 70-30 –explicaba doctamente el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici–. 70% de medidas [dictadas por Bruselas] que no son negociables, 30% que pueden cambiarse”. En la jerarquía de los valores políticos de nuestro tiempo, la soberanía popular no sale bien parada.
Como todos los regímenes políticos, las democracias son mortales. Pueden desaparecer y, para comprenderlo, hay que preguntarse cómo nacieron. Las democracias representativas consisten en un conjunto de instituciones políticas, jurídicas, económicas y culturales. En Francia, la instauración de la Seguridad Social constituyó no sólo una conquista social, sino también una conquista democrática que permite al individuo ejercer su ciudadanía (...)