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Para acabar con la Unión de los tecnócratas y los banqueros

Un nuevo aliento, pero ¿para qué Europa?

Europa, primero adosada a la hegemonía estadounidense y después incorporada al capitalismo financiero globalizado, está en la actualidad amenazada de fragmentación. El agravamiento de las disparidades entre los países y las regiones que la constituyen, entre el Norte y el Sur, ha reemplazado la división de antaño entre el Este y el Oeste. Y en estas circunstancias Alemania reina en el corazón de este espacio donde cada Estado se convierte en depredador potencial de sus vecinos. Entonces, ¿qué hacer?

por Étienne Balibar, marzo de 2014

Europa, ¿está viva o está muerta? Desde comienzos de este año, que verá las primeras elecciones en el Parlamento Europeo –investido del poder de elegir al presidente de la Comisión–, las paradojas y las incertidumbres de la construcción comunitaria prácticamente no han abandonado la actualidad mediática.

Por un lado, las “casandras” anuncian que la parálisis sigue amenazando, porque ninguna de las recetas aplicadas ha resuelto la contradicción inherente a una construcción política cuyo principio rector implica la divergencia de los intereses de sus miembros. Estas recetas han eternizado la recesión, han acentuado las desigualdades entre naciones, generaciones y clases sociales, han bloqueado los sistemas políticos y han engendrado una desconfianza radical de las poblaciones hacia las instituciones y la construcción europea como tal.

Por el otro, los partidarios del método Coué se adueñan de cada signo “no negativo” para anunciar que, una vez más, el proyecto europeo aprovecha sus crisis para relanzarse, (...)

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