1. Cielo rosa
En las tardes de verano en Calcuta, durante un breve instante –pocos minutos antes de la puesta del sol y media hora antes de que la noche se desplome en una cascada de bruma azul, negra y violeta–, el cielo se hace rosa.
Los demás días, la puesta del sol adopta colores más triviales, naranja y siena tostado. La luz se divide en delgados rayos que penetran oblicuamente a través de los barrotes de ventanas que dan a habitaciones atestadas a lo largo de calles ruidosas e indican a las amas de casa que el calor va a disminuir. Es la hora del té.
Pero, a veces, si uno tiene suerte, sucede que todo esto comienza con un temblor en un rincón del cielo. Una lágrima rosa. Y, en pocos minutos, se extiende a toda velocidad, como un desgarrón en la seda, salta, galopa y llena toda la (...)