Barricadas montadas en pleno centro de Kiev, vigiladas por pequeños grupos de voluntarios que se calientan con braseros improvisados. Una ceremonia en la que se mezclan banderas ucranianas y europeas, retratos del poeta Tarás Shevchenko (1814-1861), considerado uno de los padres espirituales de la identidad ucraniana, o de Stepán Bandera (1909-1959), percibido, dependiendo del punto de vista, como un gran patriota o un colaboracionista de los nazis. O incluso de esos cinco ciudadanos convertidos en héroes, muertos tras los enfrentamientos de la calle Grusheskovo.
Inicios de febrero, dos semanas antes de que Maidán, la plaza de la Independencia, epicentro del movimiento de protesta, se tiña de rojo, presa de la espiral de la represión feroz por parte del poder y de la respuesta violenta de algunos de los manifestantes. Una plaza ocupada por simpatizantes provenientes de toda Ucrania: Lviv, Ternopil, Ivano-Frankivsk, plazas fuertes del nacionalismo, pero también Lugansk y Donetsk, esas (...)