“¿La sanidad pública? En Ucrania nunca ha sido una prioridad. Jamás hemos percibido una voluntad política firme para actuar por el bienestar de la población. Así pues, cuando se trata de enfermedades consideradas como “socialmente peligrosas”, como el VIH/sida o la tuberculosis, puedo asegurar que nuestro trabajo dista de ser fácil…”. En el rostro de Svitlana Moroz se dibuja una sonrisa amarga, de las que se esbozan para protegerse contra la adversidad. Hundida en el descolorido sofá con flores del local de la asociación Noviy Den (“nuevo día” en ruso), entre pilas de documentos amarillentos y cajas de preservativos, la joven parece perdida.
En Kramatorsk, en la parte de Donbass bajo control ucraniano, Noviy Den ofrece asistencia social y jurídica a unas quinientas personas con VIH, con tuberculosis y con otras enfermedades infecciosas. En la ventana, un cuadrado de tela amarilla muestra los nombres de los pacientes de la asociación que (...)