“Quien controla Macedonia, controla los Balcanes”. Vista desde un café desierto del viejo bazar otomano, una tarde invernal, Skopje parece la capital dormida de un Estado que ha entrado en una crisis profunda. Arsim Zekolli, ex embajador de Macedonia ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), remueve su café con un aire enigmático. “El eje de comunicación norte-sur es esencial tanto para Serbia como para Grecia, dos países que se disputaron el territorio de Macedonia durante mucho tiempo. Albania y Bulgaria se niegan a reconocer las especificidades culturales del pueblo macedonio. Y todos se ponen de acuerdo para dejar esta periferia de una región ya olvidada de Europa en un estado de subdesarrollo crónico. Sin embargo, nuestro país es la torre de control de los Balcanes, desde la cual se observa lo que ocurre en la región y donde se cruzan servicios de información y (...)
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Una quinta parte de la población ha abandonado el país desde 1991
Macedonia a la deriva
Desde el 12 de abril, miles de ciudadanos salen a manifestarse cada tarde en las calles de Skopje contra la amnistía otorgada a unas cincuenta personalidades implicadas en un vasto sistema de escuchas ilegales. A pesar de la crisis abierta, el poder quiere organizar elecciones legislativas para el 5 de junio. La oposición no participará en éstas y la mediación europea se dirige rápidamente hacia un callejón sin salida.
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