“Confuso”, “débil”, “indeciso”, “traidor”, “cobarde”, “ingenuo”, “incoherente”, “sin visión”, “inexperto”: durante ocho años, los republicanos no han tenido palabras lo bastante duras para calificar a Barack Obama y su política exterior. El Presidente habría socavado la grandeza y el crédito de Estados Unidos al negarse a recurrir a la fuerza.
Aunque nunca dejan de recalcar hasta qué punto Obama habría humillado a Estados Unidos, los dos principales candidatos en la palestra para las primarias republicanas han dejado a un lado, en gran medida, esos discursos radicales. En diciembre de 2015, Ted Cruz criticó a los “neoconservadores locos que quieren invadir todos los países del planeta y enviar a nuestros hijos a morir a Oriente Próximo”. El mismo mes, durante un discurso ante la muy conservadora Heritage Foundation, subrayó el carácter nefasto de las intervenciones estadounidenses apoyándose en el ejemplo libio, para luego añadir: “No tenemos que apoyar a ningún bando en (...)