El presidente sudanés Omar al Bashir, primer jefe de Estado en ejercicio que es objeto de una orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI), fue reelegido el pasado 26 de abril. Si bien los fraudes en esa votación fueron patentes, Al Bashir parece beneficiarse con una cierta popularidad tanto en su país como en el continente africano.
En realidad, la “Comunidad Internacional”, la CPI y los actores locales juegan en Darfur una extraña partida de póker mentiroso, sobre un fondo de crímenes contra la humanidad.
En las elecciones generales sudanesas del pasado 11 de abril, el capitán Zakaria Ad-Dush no votó. La víspera de los comicios, este comandante rebelde de Darfur se encontraba en el mercado de Birak, en Chad, a apenas unos kilómetros de la frontera. Tan sólo unos meses atrás, ese oficial y sus hombres circulaban libremente por el territorio chadiano, a bordo de camionetas cargadas de armas. (...)