Su proveedor de agua le propone adoptar un comportamiento ecológico, pasando a la facturación electrónica. Argumenta que así se ahorrará el papel. Y como al hacerlo, la empresa reducirá sus gastos, le ofrecerá tarifas más atractivas. ¡Así que la ecología se uniría a la economía, para mayor beneficio de todos! Pero en la práctica… ¿no lo incitarán esos precios más bajos a regar el césped, o a tomar varios baños a la semana? ¿Sigue siendo tan ecológico eso? Los economistas denominan a esta paradoja “efecto rebote”. Decir que ella ensombrece las perspectivas de la economía “verde” es quedarse corto.
En Francia, treinta y cinco millones de contadores eléctricos viejos serán reemplazados próximamente por contadores “inteligentes”. En Lyon, una de las zonas de prueba de esta operación, los proveedores de electricidad instalarán en las casas de todos sus clientes (con su permiso) unas cajas con un dispositivo que les permitirá controlar el (...)