Alto Guayabal, en los confines de las provincias de Antioquia y Chocó, al noroeste de Colombia. El 30 de enero de 2010, antes del amanecer, las fuerzas armadas colombianas lanzaron una ofensiva contra la vivienda tradicional de una familia indígena del pueblo Embera Katio. Asesinaron a un niño de 18 meses, hirieron a otras cuatro personas, destruyeron cultivos de subsistencia y descuartizaron animales domésticos. El ejército habló inmediatamente de un “error” en la persecución de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Para las organizaciones indígenas del país, se trata de un capítulo más en la ofensiva de las trasnacionales mineras en Colombia. El bombardeo afectó a una de las comunidades que rodean al cerro “Careperro”, monte “sagrado”, que la trasnacional estadounidense Muriel Mining Corp., atraída por la presencia de mineral aurífero, tiene en el punto de mira. ¿Puro azar?
Los embera katios, desplazados en el año 2000 por (...)