Las nueve semanas de protestas masivas que acaban de sacudir a Tailandia, causando la muerte de 88 personas y heridas a 1.185, ¿son acaso un episodio de violencia sin consecuencias, uno más de los que el país atraviesa regularmente?
Desde el fin de la monarquía absoluta en 1932, Tailandia ha pasado por once golpes de Estado exitosos (sin hablar de los que fracasaron), dieciocho constituciones y veintisiete primeros ministros. Parecía que en estas últimas décadas el país había entrado en vías de consolidación democrática, aun cuando en 1973, y más tarde en 1992, se hubiera necesitado la mediación del Rey Bhumibol (Rama IX), para calmar un clima que la violenta represión de manifestaciones por el ejército había tornado explosiva.
Sin embargo, sería un error leer los últimos acontecimientos como una conmoción pasajera en el irresistible ascenso del “quinto tigre asiático”. Estas turbulencias, a diferencia de las precedentes, superan las habituales luchas por (...)