Por todas partes, palmeras. Falsas, primero, como esas luces de neón verde fluorescente en forma de cocoteros inclinados sobre la carretera que une el aeropuerto con el centro urbano de Sochi. Verdaderas, principalmente: dominando el frontón de la ciudad balnearia, forman una delgada cortina vegetal que separa el Mar Negro de los contrafuertes del Cáucaso. “¡Bienvenidos al paraíso! -se entusiasma Igor Sizov, un habitante de la ciudad-. El clima en estas latitudes es uno de los más agradables del mundo, ¡similar al de la Costa Azul francesa!”. Número de días soleados al año: trescientos. Temperatura media: 14,5 grados. Récord de calor: 39,4 grados en julio de 2000... En noviembre, el termómetro sigue marcando 20 grados. Los paseantes deambulan por el puerto comiendo helados o descansan bajo el sol en las playas de pequeñas piedras grises.
Cerca de la frontera abjasia, Sochi contrasta con las imágenes de la taiga subártica, de los (...)