Las gesticulaciones republicanas en torno a la designación de su candidato para las elecciones de 2012 no podrían hacer olvidar que el propio Presidente saliente está comprometido en una campaña de seducción, destinada en especial a influir en aquellos que no habían votado por él en 2008. Así, el 21 de noviembre pasado, el matrimonio Obama organizó un festival de música country en la Casa Blanca, rebautizada para la ocasión “Casa del Pueblo”, con estrellas como James Taylor, Lyle Lovett e incluso Dierks Bentley. A lo largo de sus encuentros con sus conciudadanos, el Presidente confesó haber aprendido, también él, a apreciar esa música “que le es tan querida”.
Esta iniciativa no carece de matices. En efecto, esta privilegiada forma de la cultura popular del Estados Unidos blanco, comúnmente despreciado por la fina flor de Washington, es percibida como un espacio simbólico de la reacción: odio al Estado, desconfianza con respecto (...)