Frente a la escalada del terrorismo, el debate entre libertad y seguridad toma una magnitud sin precedentes en democracias cuyos propios fundamentos están amenazados. La “guerra contra el terrorismo” ya fue declarada después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en territorio estadounidense. En ese momento, Estados Unidos adoptó la Patriot Act, que permite, por ejemplo, detener por un periodo indeterminado a los no nacionales sin ningún cargo concreto, por la simple sospecha de participación en actividades terroristas o de mantener vínculos con organizaciones terroristas. Así nació el centro de detención de Guantánamo, con sus cientos de prisioneros calificados de “combatientes enemigos”, víctimas de los peores tratos y detenidos indefinidamente.
Otros muchos países en todos los continentes siguieron los pasos de Estados Unidos, estableciendo legislaciones y prácticas de excepción que dieron lugar a múltiples desviaciones. No obstante, el mundo no se ha vuelto por ello más seguro y los (...)