Hasta hace poco teníamos asumido que la democracia se canalizaba exclusivamente a través de los partidos políticos que nos representan y el papel de la ciudadanía se limitaba a votar cada cuatro años. La crisis económica mundial representa una fractura entre los gobernantes y los gobernados y sus consecuencias afectan al bolsillo y a las condiciones de vida de millones de personas.
En 2011, durante el 15M, una multitud de personas en todo el Estado se lanzó a la calle a gritar “no nos representan”. Algo se rompió. Un grito político de indignación, tanto en las redes sociales como en las plazas, para reivindicar otra manera de gestionar los asuntos públicos. Una expresión ciudadana cargada de rabia y de hastío, pero también de exigencias y de motivación, dirigida a los partidos políticos que habían perdido la credibilidad y su compromiso con las personas.
Más del 80% de la sociedad española pensaba (...)