El mundo árabe se enfrenta a desafíos que parecen insuperables y que, sin embargo, va a tener que superar si quiere concebir un futuro más pacífico, democrático y estable. Estos desafíos residen principalmente en la regresión contrarrevolucionaria impulsada por los Estados autoritarios, en la naturaleza indecisa del proceso revolucionario y en los objetivos geopolíticos y confesionales planteados por el flagelo de la Organización del Estado Islámico (OEI).
Muchos regímenes árabes responden a la definición de lo que Jean-Pierre Filiu llama “los mamelucos modernos”. En su origen, los mamelucos eran soldados esclavos que la dinastía abasí (750-1258) reclutaba en los territorios situados fuera del mundo musulmán. Para sus amos, los conflictos de lealtad que sembraban la discordia entre tantas familias, tribus y comunidades no tendrían ninguna repercusión sobre ellos debido a su no arabidad.
Con el paso de los años, los mamelucos adquirieron tal influencia política y militar que, en el siglo XIII, (...)