En la última Bienal de Venecia, sin duda, una de las apuestas más interesantes y actuales ha sido la de Antoni Muntadas, lejos de propuestas que se regocijaban en complacencias ajenas al mundo que nos rodea. De esta manera, vuelve a ser evidente el carácter político del Pabellón de España tras la provocación de Santiago Sierra hace dos años, que reflexionaba sobre la acreditación de nacionalidad para tener acceso a parte del mundo actual.
Muntadas ha dado un paso más, convirtiendo el pabellón nacional en un no-lugar que reflexiona incluso sobre la misma Bienal y el espacio y la historia que la enmarcan, tomando como referencia la relación social, política y cultural entre el territorio, el desarrollo del mismo, su transformación y representación. Hablamos así desde una continua traducción de formas, representaciones y equívocos comunicacionales, mientras se cuestionan los límites (nacionales y lingüísticos) que miran a la cara a la globalización, (...)