¿Cómo pudo surgir una noción tan extraña y discutible como la del pretendido derecho de injerencia, cuando la noción de soberanía es una de las bases del sistema de las Naciones Unidas, destinada a proteger a los Estados de intervenciones exteriores, y de esa forma mantener la paz?
En la década de los sesenta, los defensores de los derechos humanos consideraban que la prohibición de toda injerencia no les incumbía, pues sólo se aplicaba a las relaciones de Estado a Estado. Posteriormente, en lugar de afirmar que su tarea de auxilio a las víctimas de crímenes o de catástrofes no implicaba ninguna injerencia, prefirieron legitimar su intervención en nombre de su motivo (los derechos humanos). Por último, algunos comenzaron a afirmar que cuando el objetivo fuera ese, también los Estados tenían derecho de injerencia...
La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) creyó que sólo levantaba prudentemente la tapa de la (...)