El viernes 5 de noviembre de 2004, Elie Wiesel, premio Nobel, declaró que Yasir Arafat era “el principal obstáculo para la paz entre Israel y los palestinos”. “Con la salida de Arafat –dijo– desaparece el principal obstáculo para la paz entre Israel y los palestinos. Su desaparición marca el comienzo de una nueva era de esperanza en Oriente Próximo”.
Dejemos a un lado la delicadeza que implica enterrar a alguien antes de que haya muerto. Pero, ¿tiene autoridad Wiesel para hablar de esperanza en Oriente Próximo, él que nunca se refirió a las víctimas palestinas, que niega que los palestinos fueran expulsados en 1948 y que, interrogado sobre las matanzas de Sabra y Chatila, no tuvo una palabra para los muertos?
Con ocasión de las negociaciones de Camp David (julio de 2001) entre Ehud Barak y Yasir Arafat, la parte israelí había encarado de manera todavía difusa la distribución de Jerusalén, decretada (...)